La diabetes va en aumento: la prevalencia de la enfermedad, que ha dejado de afectar predominantemente a los países ricos, está aumentando de manera progresiva en todas partes, sobre todo en los países de ingresos medianos.

Por desgracia, en muchos lugares la falta de políticas eficaces para la creación de ambientes conducentes a modos de vida sanos y la falta de acceso a una buena asistencia sanitaria se traducen en una falta de atención a la prevención y al tratamiento de la diabetes, sobre todo en el caso de personas de escasos recursos.

Cuando la diabetes no está atendida, las consecuencias para la salud y el bienestar son graves.

La diabetes y sus complicaciones tienen, además, efectos económicos nefastos para las personas y sus familias, así como para las economías nacionales. Las personas con diabetes que dependen de la insulina para sobrevivir pagan con la vida cuando carecen de acceso a ella a un costo asequible.

Con objeto de hacer frente a este problema de salud en ascenso, a principios del presente siglo los líderes mundiales se comprometieron a aliviar la carga de diabetes, una de las cuatro enfermedades no transmisibles (ENT) de importancia prioritaria.

Como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los Estados Miembros fijaron la ambiciosa meta de reducir en un tercio la mortalidad prematura atribuible a las ENT, incluida la diabetes; lograr la cobertura sanitaria universal; y proporcionar acceso a los medicamentos esenciales a un precio asequible, todo de aquí a 2030.

Estamos ante una tarea de gigantescas proporciones y por ello acojo con beneplácito la publicación del Informe mundial sobre la diabetes, el primero en su género. El informe contribuye de manera importante a ampliar nuestros conocimientos acerca de la diabetes y sus repercusiones.

El informe también nos ayuda a conocer mejor las tendencias en la prevalencia de diabetes, el papel que desempeñan los estados hiperglucémicos (incluida la diabetes) en la mortalidad prematura, y las medidas que los gobiernos están adoptando para prevenir y controlar esta enfermedad.

Del análisis se desprende que hacen falta respuestas más enérgicas, no solo de parte de los distintos sectores gubernamentales, sino también de la sociedad civil y de las propias personas con diabetes, así como de parte de los productores de alimentos y fabricantes de medicamentos y tecnologías médicas.

El informe nos recuerda que el buen control de la diabetes no se produce solo, sino que se consigue a base de un consenso y de inversiones públicas en intervenciones asequibles, costoeficaces y avaladas por las mejores pruebas científicas.

Exhorto a los lectores a ayudarme a lograr que los resultados de este informe se utilicen y que las recomendaciones se pongan en práctica para así poder, en definitiva, frenar el aumento de la diabetes.

Dra. Margaret Chan
Directora General OMS

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